Notas personales sobre "Sin novedad en el frente" de Erich María Remarque.

Breve y no por ello ligera, María Remarque nos dibuja un cuadro realista y por ello muy humano del conflicto. El diario personal de un soldado alemán nos revela una mirada humana sobre el conflicto de la Primera Guerra Mundial. La narración de las penurias, del dolor, del miedo. Leyendo este pequeño libro es más evidente que no importa el lado en el que se encuentre un soldado, éste es, ante todo, un hombre.

Algunas de las reflexiones aplican, incluso un siglo después. Pensamientos como el que refleja sobre sus jefes y generales se resumen en frases cortas pero consisas "Resulta cómico, por otra parte, que la desgracia de este mundo venga tan a menudo de hombres cortos de talla. Son mucho más enérgicos que los altos. Siempre he evitado formar parte de compañías mandadas por hombres pequeños; en general, son inaguantablemente necios."

Queda también manifiesto el desamparo y la soledad que sienten aquellos que viven el horror de la guerra cuando se encuentran en permisión o incluso cuando llega la paz. Sin manera de exteriorisar los pensamientos y sentimientos que los embargan, se encuentran solos frente a sus vivencias. Como lo expresa al decir "No son propiamente pensamientos, son recuerdos que me asaltan ahora aprovechando mi debilidad y que me impresionan extraordinariamente."  Sin embargo el sentimiento más fuerte es el de soledad, el de desagregación. No puede hablar con aquellos que no estuvieron en el frente porque no lo comprenden, e incluso con aquellos que estuvieron poco tiempo o llegaron siendo menos jóvenes. Es, como lo dice, una genración que no tiene ya cabida en la sociedad. Una frase desgarradora en su simplicidad lo resume "estamos abandonados como niños y somos experimentados como ancianos. Somos groseros, tristes, superficiales... Creo que estamos perdidos."

La vida cotidiana se escapa de su comprensión, la experiencia de la muerte ha modelado su percepción de las cosas, la ha hecho más simple y al mismo tiempo más profunda. Esta forma de percibir la vida y el instante no es compartida por aquellos que, lejos del frente, no vivieron el horror ni la angustia de la guerra así escribe "A veces me siento con alguien en la terraza de un café e intento hacerle comprender que lo esencial, en resumen, es poder estar sentados allí tranquilamente."

La guerra tiene, a pesar de todo, momentos de paz, de profunda comunión con lo que rodea al soldado. En medio del caos, se abre paso la esperanza, como expresa al decir "Cuando uno se siente solo es cuando empieza a observar la naturaleza y a amarla." Hay amor en la guerra, amor por la vida, amor por la paz y amor por el prójimo.

Para despedir esta reseña una frase escrita sobre los prisioneros rusos a los que descubren al rededor de una fogata escuchando a uno d esus compañeros tocar el violín: "Las voces callan y queda tan sólo el instrumento - tiene un sonido delgado y débil en la noche; diríase que tiembla; hemos de acercarnos para oírlo; mejor estaríamos en una sala -; aquí, al aire libre, entristece escuchar esta voz que vaga solitaria."

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